Tal y como nos relatan las tradiciones irlandesas, las hadas son descendientes de los Tuatha Dé Danann, antiguo pueblo irlandés que fue arrojado al inframundo tras la invasión de la isla por sus actuales habitantes, los gaélicos, que procedentes de España conquistaron Irlanda capitaneados por su caudillo Míl Espaine.
A los Tuatha no les quedó más remedio que refugiarse en los sídhe, nombre céltico que hace referencia a los montículos sobre los cuales se asientan los monumentos megalíticos, y del que deriva una de las denominaciones que reciben las hadas en Irlanda y las Tierras Altas de Escocia, daoine sídhe. De este modo, por toda irlanda circulan historias sobre Knocks (del irlandés Cnoc, colina hueca) en cuyo interior viven extensas comunidades feéricas gobernadas por un rey o una reina. Entre los sídhe más conocidos de Irlanda se encuentran Knockma, donde se sitúa el trono de Fínvara, mítico rey de las hadas de Connaught, y Newgrange, vinculado al mito de Angus Óg.
Los sídhe se manifiestan a los mortales en determinadas fechas, sobre todo en la noche de San Juan, que es cuando se los suele ver bailando en corro a la luz de la luna.
En Bretaña y en Asturias se conservan tradiciones similares. Así, en la mitología asturiana, son frecuentes los relatos acerca de mozos que vieron a grupos de xanas bailar en corro en torno a una de ellas, la reina de las xanas, también llamada Xana Mega. En torno al castro de Altamira, ubicado en la zona asturparlante de El Bierzo, circulan mitos que refieren la existencia de un gran reino subterráneo gobernado por una pareja de reyes y cuya entrada se encuentra en algún punto del castro. El paralelismo con las leyendas irlandesas es evidente.
Las islas del Mar de Occidente
Según las tradiciones de los pueblos del extremo occidental de Europa, más allá del Océano se encuentran las Islas del Paraíso, que son tierras habitadas por seres sobrenaturales donde están ausentes las penurias y las desgracias. En la tradición irlandesa la novena ola es la frontera que separa el ámbito mortal del Otro Mundo, coincidiendo de este modo con los rituales practicados en la playa de La Lanzada (Galicia), en la que las mujeres que deseaban concebir un hijo hacían golpear su cuerpo contra nueve olas sucesivas.
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