EL AMANTE CASADO
¿Por qué me lamento después de conquistarla?
Porque la gracia vestal de su espíritu
Me incita incansable a perseguirla,
Y ella, como un espectro, elude mis abrazos;
Tan intensa es su femineidad que verla
Es como besar la mano de una Reina,
Caricia que no conforma ninguna familiaridad;
Sino que marca la justa altura
A la que puede aspirar la negligencia,
Así como las damas humildes hostigan
La gracia que confunden con imprudencia;
Entonces ella con cálidos favores alimenta
La lealtad de un amor tan grande
Que allí la presunción jamás se diferencia
En el acto o la palabra,
Tan humildes como la mujer humilde puede ser,
Sus modales al llamarme Señor
Me recuerdan la intensa cortesía;
Y no menos el consentimiento de su voluntad
Que mi orgullo herido afectó,
Pero aquel noble estilo todavía
La impulsa a un inalcanzable desierto;
Mientras recuerdo su risa y su aliento,
Recuerdo que cuando todo está ganado
Aún podemos preguntar,
Reflejar la luz de la nieve sin esperanzas
Que brilla en el éter de su virginidad,
Porque, aunque libre de otros templos,
Conservo este santuario bajo los cielos;
Ya que, en definitiva,
Ella nunca podrá ser mía.
Coventry Patmore (1823-1896)
Me encantó el poema
ResponderEliminarwau zta muy bonito tu poema
ResponderEliminary tu imagen de entrada zigue asip
cdt. musho
ME ALEGRO OS GUSTE SALUDITOS
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