Oigo una voz que melódica canta
desde la fronda cerrada del bosque,
una balada de bellos acordes,
cuyo sonido de lejos me llama.
Es el gemir lacerante de un hada
enamorada hace tiempo de un hombre
que acobardado de amarla, se esconde,
al sospechar que lo embruja una maga.
Pena me da de escuchar el lamento
bajo la luz de la pálida luna,
y una congoja me abrasa por dentro.
Trágico llanto que lejos me abruma
al escuchar de la meiga el secreto,
con ese canto de amor y ternura.
Antonio Pardal Rivas
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